sábado, 12 de julio de 2014

Luz de verano

Verano que suena a mar, que huele a sol. Verano de siesta, de silencio y de sentidos. Verano resplandeciente, época de luz azul, tan distinta del resto del año, siempre amarilla y extraña. La luz azul de mis recuerdos infantiles, cuando el viento en la cara era lo mejor de las bicis, las vacaciones, el mar y los amigos. La luz que me recuerda constantemente quién soy y quién no soy. Nunca he sido quien esperas, no soy quien ves, no soy lo que te pueda parecer. Soy una piel cubierta de años, a veces soy ojos tristes por tanta desilusión, tantos intentos fallidos de cambiar el mundo, mi mundo. Un viejo mundo cargado de ideales, creencias, honor, empresa, familia, política, sociedad. Todas esas creencias se fueron, la realidad se te muestra a cierta edad como una revelación mariana. Solo a ti. Solo tú sientes que todo era mentira. Y lo asumes desencantado.
Otras veces, soy de ojos alegres, ilusionados por tantas maravillas que ver, tanta felicidad por vivir. Centrarme en quien me quiere, pedirle que me tenga en cuenta, que voy de frente, que no tiene qué temer. Somos los desheredados, parias de una sociedad hipócrita y falsa, en la que los sinceros somos traidores a la causa común. Busco mi camino, enamorado del mar y la luz, del viento de ultramar, que viaja raudo para venir a recordarme que estoy vivo. Y mientras siga vivo, puedo cambiar de rumbo de nuevo. Otra vez. Y otra. Y otra. Finalmente, no sé quién seré, pero espero no defraudarme.