lunes, 7 de diciembre de 2020

The yellow train


Apoyada en un torno de acceso a la estación, me esperaba atenta a mis despistados movimientos, con aquella inteligencia suya a 1.000 por hora, observando mis pasos provincianos entre aquella multitud cosmopolita. 

Levanté los ojos y nos encontramos; conectamos de nuevo, inmersos en nuestro universo paralelo, ese del que sólo ella y yo somos conocedores. Donde estar vivo es mucho más que respirar. Es sentirse amado y deseado de una manera tal, que el tiempo se detiene a observarnos. Un universo donde el infinito está ahí delante, asible, definido, moldeable. El sol, alto pero extrañamente anaranjado, sonríe cómplice mientras nos mezclamos en ese abrazo tan deseado. Nos alejamos juntos entre el gentío, hacia el lugar donde nadie ya puede separarnos, siempre recordando el camino recorrido,  junto a nuestro querido y viejo tren amarillo.

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